sábado, 18 de abril de 2015

La influencia Geográfica en la Política

LA INFLUENCIA GEOGRÁFICA EN LA POLÍTICA


(publicado en F.O.S.C.A. Foro Social Cristiano Argentino )

Napoleón mencionó que “la política de los Estados se halla condicionada por su geografía”. Los discípulos de Federico Ratzel denominaron geopolítica a una nueva disciplina que asociaba las condiciones geográficas a las situaciones políticas.
Todas las corrientes del pensamiento político coinciden en la incidencia de la geografía, local y mundial, en la política; aunque no todos lo ven del mismo modo. Claro que tales factores geográficos poseen una estrecha relación con lo sociológico, pues las mismas condiciones geográficas son forjadoras del carácter de los pueblos. Desde las sociedades arcaicas a las modernas, las condiciones geográficas fueron el motivo y hasta la excusa para las conquistas de territorios en busca sólo de poder o de mejoramiento de las condiciones de vida, sin reparar, claro está, en el impacto ambiental, que incluye lo sociológico, de tales emprendimientos.
Así, el clima y los recursos naturales fueron, son y serán, motivos de movimientos migratorios que han causado y causarán conflictos, por la mezcla de sociedades que pugnan por vivir de una determinada manera y se ven forzadas a compartir sus modos con los modos de otros. Pasa entonces a jugar otro elemento en este conflicto, que es el espacio; o sea, el lugar y la forma de ocuparlo y servirse de él. La distribución de la población viene a ser entonces una cuestión de suma importancia para organizar un Estado. Cuando un territorio es muy amplio, los pueblos más aislados y menos poblados suelen ser más conservadores, por la sencilla razón de menor contacto pluricultural; a diferencia de las ciudades con mayor aglomeración en que la difusión de ideas nuevas se hace más común por el contacto cotidiano de mayor cantidad y variedad de personas. De allí que no siempre una norma de carácter general para todo el territorio, sea concebida de manera uniforme, pues lo que a unos le parecerá de avanzada, a otros les podrá parecer que modifica sustancialmente y de manera negativa sus valores y sus costumbres.
Como para tener una idea de esto, recordemos que la democracia nació en las ciudades, no en las zonas rurales. Ha sido en las grandes ciudades donde surgieron las ideas de libertad, igualdad, fraternidad; pues allí se asentaban los principales establecimientos educativos y los movimientos de personas era mayor, al punto de igualar los términos de “urbanidad” con “civilización”. Casi como lo de Civilización y Barbarie de Sarmiento; sin pretender con ello denostar al gran impulsor de la educación en nuestro país.
Pero en las ciudades también se produce otro factor, como el de la aglomeración que llega al punto, incluso, del hacinamiento. Escasean entonces algunos recursos, se hace necesario ganar territorio al río o al mar, se construye en forma indiscriminada sin un plan urbanístico, se pretende legislar para minorías nuevas transformando las costumbres de las mayorías anteriores; los espacios se reducen y los servicios se hacen más difíciles de poder contemplar a todos. Cada lugar presenta sus características, su propia realidad; pero estas van mutando a medida que las migraciones se generalizan, pasando a vincularse el elemento geográfico con las cuestiones socioeconómicas. Lo pluricultural puede ser muy enriquecedor; tengamos en cuenta que nuestra nación se forjó como tal con una enorme corriente inmigratoria. Pero entonces nuestra nación estaba en formación. Diferente resulta el impacto en naciones formadas como tales desde siglos y que se han caracterizado por formar una población relativamente homogénea. En esos casos, lo “extraño” busca integrarse, sea por necesidad o por imperio de la costumbre local, aunque también de las normas jurídicas cuando estas cumplen un rol importante en el desarrollo y el devenir de los pueblos. Cuando no son capaces de cumplir ese rol, la dispersión de costumbres de grupos y aún individuales, buscan imponerse, generando conflictos difíciles de resolver.
Es un tema apasionante que impone un análisis también más profundo y con mayor expansión, sobre todo en los planes políticos presentes y futuros en un país como el nuestro con un amplio espacio territorial, sobre el cual hace muchas décadas no existe un plan que respete a la vez que integre las condiciones culturales y las potencialidades geográficas y sociales de tan vasto y rico territorio. Por el contrario, sigue creciendo el hacinamiento descontrolado de grandes ciudades como Buenos Aires, Rosario, Córdoba (por nombrar algunas) sin que se ponga manos a la obra sobre sus consecuencias, como el aumento de la pobreza, la marginalidad, la ausencia de esperanza, la facilidad para la delincuencia, etc; que se incrementan casi cotidianamente. El mundo ha cambiado, las condiciones geográficas por causas naturales, políticas y sociales también; y con ello las migraciones que provocan un alto impacto político en los pueblos destinatarios de tales movimientos. La crisis habitacional, la falta de oportunidades laborales, la marginalidad y la mayor propensión a la delincuencia, no pueden encararse con solo denuncias de corrupción, promesas infundadas y frases de barricada; para todo ello hacen falta estadistas, que brillan por su ausencia. Es necesario exigir mayor nivel en el pensamiento y que pueda traducirse en acciones concretas. Nunca se podrá conformar a todos, pero así como antaño hubo planes que proyectaron un futuro, es muy necesario que vuelva a ocurrir, porque nuestro país corre el riesgo de perder su condición de nación para pasar a ser tan solo un territorio habitado, sin Estado y por lo tanto sin control y sin futuro.

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